26 de septiembre de 2006

Cine: Elmer Bernstein y "La Gran Evasión"

Creo que La Gran Evasión (1964) es la mejor película de todos los tiempos. No bromeo. Siempre que se anuncia un ranking con los mejores films se destaca Ciudadano Kane, Lo que el viento se llevó y El Padrino. De acuerdo, todas ellas son grandes películas, pero es que desde que tengo 8 años siempre he creído que La Gran Evasión es la numero uno. Dura tres horas y desde los primeros minutos va al grano. Los prisioneros quieren escaparse y harán todo lo posible para conseguirlo. El inicio del film nos sirve para realizar una presentación de los personajes con todo tipo de artimañas para huir: Meterse en un camión que transporta árboles, hacerse pasar por agricultores rusos e incluso atravesar la terrible y omnipresente alambrada. Tras los preliminares, se empieza a idear la forma de lograr una multitudinaria fuga de 200 hombres. Y vamos conociendo a los personajes: Tenemos a Steve McQueen con sus intentos de fuga y su habitual permanencia en el calabozo, a la que aquí llaman Nevera. El falsificador Donald Pleasence y su conmovedor final, El cabecilla Richard Attenborough y su poder de convocatoria, o el experto en cavar túneles Charles Bronson. Todos ellos dan vida a unos personajes magníficos dentro de uno de los mejores guiones de la historia dirigido por uno de los grandes artesanos del cine: John Sturges. La película data de 1964 y hasta estas alturas solo queda vivo uno de los intérpretes: James Garner, que da vida al ladrón-productor que consigue el material necesario para una buena fuga. Pero hace pocos años todavía quedaba vivo uno de los pilares de la película, estoy hablando sin duda del gran compositor musical Elmer Bernstein. Si este hombre no hubiera compuesto la música para el film, posiblemente esta cinta no alcanzaría las cuotas de emoción y ritmo que tiene y tendrá para siempre. Hace unos años, visitó Barcelona para realizar uno de sus geniales conciertos y tuve la suerte de conocerlo durante apenas unos minutos en una presentación que nos iluminó a todos. Nervioso por acercarme a él, me firmó la primera casete con la banda sonora de La Gran Evasión que había aparecido en nuestro país y me despedí de uno de los grandes creadores del score fílmico. Murió un año después. Desde aquí lanzo un pequeño tributo a Elmer Bernstein: el alma de The Great Escape.

Cine: Eduardo Manostijeras en las Ramblas

Cuando tenía 11 años vi una película que me marcó profundamente. Era un cuento mágico sobre un extraño ser que tenía tijeras en lugar de manos. Su inventor muere antes de poderle colocar las manos y este extraño ser es condenado el resto de su vida a vivir sin poder conocer el tacto. Desde entones, vive en un viejo castillo, alejado y marginado de la sociedad. Pero un día entra en contacto con una familia y se enamora de la joven de la casa. A partir de entonces ocurrirán algunas aventuras, en las que la bondad de este ser y la estupidez de la adolescencia se cruzarán en un desenlace marcado por la tragedia y el pesimismo edulcorado con una preciosa música de Danny Elfman. Muchos años después de esa primera impresión, esta película sigue siendo una de mis favoritas, por eso el otro día paseaba por las ramblas de Barcelona y me emocionó mucho ver a un artista que reproducía la imagen del mítico “Eduardo Manostijeras”. No pude más que acercarme, dejar un par de monedas y fotografiar a uno de los iconos creados por Tim Burton. Un día de estos, espero verle tallando una estatua mientras cae la nieve y suena el leit motive de la película.

25 de septiembre de 2006

La Revisión Médica

Ilustración: El chico gris (Pere Koniec, 2003).
La revisión médica del colegio era terrible. Nunca te avisaban cuando iba a pasar y de pronto no te dabas cuenta que ya tenías a la idiota de la profesora dando la noticia. Y entonces ya no se podía hacer nada. No podías acercarte y decirle: -¿Perdone, puedo quedarme en clase y no ir a la revisión?, ¿Por qué tengo que ir a la revisión?- Para detectar si tienes fimosis hubiera sido una buena respuesta, pero nunca hubo esa respuesta. Bajábamos todo en fila hasta el matadero y uno pensaba:-Que vergüenza, que calzoncillos más feos llevo hoy-. Las madres deberían hacer un cursillo para aprender lo que es y lo que no es estético. Y esos calzoncillos acabarían los últimos en un ranking de calzoncillos estéticos. Ni siquiera llegarían a concursar por baja calidad. “Dejarme ir a mi casa, dejarme preparar para la ocasión, algo así puede acabar con mi reputación”. Pero creo que por entonces uno no tenía reputación. Tenías 10 años y te podían catalogar de tonto, de guarro y de mil maneras distintas, pero afortunadamente, todavía nadie tenía reputación. La reputación empieza en el instituto, donde tus compañeros se dividen entre los pardillos y los hijos de puta. Cualquiera de las dos posturas tiene su castigo, así que hagas lo que hagas estas bien jodido. Como yo en esos momentos, directo a una sala donde nos van hacer quedar en ropa interior. Una revisión así sería muchísimo más interesante a los 16 años. La vergüenza sería exactamente la misma, pero con la diferencia de que podrías recordar según que visiones eróticas para tus noches de onanismo. No es mala idea ahora que lo pienso, anoto este concepto para crear un nuevo plan de reforma en los institutos: Revisiones médicas cada mes, ¡Que coño!, ¡Cada semana!, ¡Que demonios!, ¡Tres días a la semana!. Pero por entonces solo tienes 10 años y las compañeras de tu clase no te interesan. Si no fuera por el pelo largo y los pendientes, no habría ninguna diferencia entre los niños y las niñas de tu clase. Es más, en estas revisiones descubres que el gordo de la clase tiene más tetas que el futuro mamario de cualquiera de tus compañeras. Pero si hay algo peor que ser el gordo en una revisión médica, es ser la niña que destaca. Y destaca por los mismos motivos que el gordo. Y por eso es la única que lleva sujetador. Los niños se la quedan mirando con curiosidad mal sana y las niñas la contemplan con envidia y malicia. Cuchichean en silencio una frase que se repite por toda la sala en un tono bajo: "Mira, tiene tetas". Curiosamente años después, esa misma frase se invertirá por completo y lo que escucharás será: "Mira, no tiene tetas", pero es que nunca estamos contentos con nada y así nos va.

El primero de la lista pasa a la sala de la muerte y tu das gracias a tus padres por un apellido que te sitúa hacia la mitad de la clase, y vuelves a pensarlo: ¿Que coño harán allí dentro?. Insisto en lo de antes: ¿Puedo quedarme en clase y no ir a la revisión?. Pero nadie te contesta porqué no llegas a hacer la pregunta. Sale la primera víctima y todos le miran con compasión, como si la revisión ya se hubiera terminado, como si solo hubiéramos venido a verle salir. Pero en pocos segundos la víctima se convierte en el ser más afortunado del planeta porqué la profesora le manda vestirse y esperar en la clase. Todos queremos ser esa persona. Nos queremos ir a clase. Preferimos escuchar al imbécil de matemáticas que entrar en esa sala. Y después entra la segunda víctima y luego la tercera y más tarde la cuarta, y cuando ya crees que ocurrirá algo que detenga tu entrada, algo inesperado que haga decir a la profesora "Lo dejamos, por hoy", cuando estas esperando cualquier cosa que te salve, ocurre lo que no quieres: No ocurre nada. Tu profesora dice tu nombre y te hace pasar dentro del matadero. Tu le dirías que no importa, que le das el turno a tu compañero, que puedes esperar, que no eres egoísta, que piensas en los demás, que no es necesaria la revisión, que te bañas siempre, que juegas al fútbol, que te lavas los dientes aunque sea mentira, que estas muy sano, joder, estas tremendamente sano, comes un bollycao cada día, ¡Eso es salud!. Le dirías tantas cosas que al final no dices nada y le insultas en silencio y la maldices y te cagas en sus muertos y en los gusanos que se comen a sus muertos. Y entonces entras, y ya esta todo perdido, pero...ahhhhhh. La profesora no ha cerrado la puerta detrás de ti. Ha ocurrido. Sea lo que sea ha ocurrido. Los dioses están de tu parte, tus plegarias has sido escuchadas y aprobadas. El destino te ha cogido cariño y te ha regalado una pincelada de color en tu existencia gris. Piensas todo eso, parado frente a la puerta abierta, mientras la profesora se dirige al grupo que está sentado en el banco. La niña con tetas esta aterrorizada y se tapa la entrepierna con las manos. La profesora lo entiende pero tu no. El médico que tenía que revisarte sale de la sala y se reúne con la profesora. Hablan entre ellos y comentan que a veces ocurre antes de la edad esperada. Tras decir eso, la profesora tapa a la niña con tetas y se la lleva fuera del matadero. Mi compañera ya ha tenido suficiente sangre por hoy. Su terror es tu salvación. Todos nos quedamos en silencio y las niñas vuelven a cuchichear entre ellas. El silencio se rompe con la palabra "Siguiente" y compruebas de nuevo que no le caes bien al destino.



El Niño que hacía Llover

Ilustración by Laia Masó.
Cuando teníamos 13 años solíamos reunirnos en el viejo parque y bromeábamos sobre cual de nuestros compañeros de clase moriría antes. Nuestras apuestas se basaban en el tipo de vida que creíamos que íbamos a llevar y la mayoría se inclinaba por escoger a R como el primero en abandonar el planeta. Ahora, 20 años después, todos nosotros hemos ganado la apuesta porqué el otro día me contaron que R había muerto. No recuerdo los detalles, pero creo que un conductor borracho se cruzó en su camino. El conductor acabó con 17 fracturas en el cuerpo y R acabó conociendo a un Diós en el que no creía. Hacía muchos años que no hablaba con R pero cuando supe la noticia, una extraña sensación llamada necesidad me obligó a asistir a su entierro. No avisé a ninguno de mis antiguos compañeros porqué la mayoría se hubieran excusado para no asistir, mientras que la terrible verdad era que a nadie le importaba ya ese antiguo compañero. Pedí prestado un traje para la ocasión y, intentando pasar inadvertido, me senté en el último banco de aquella iglesia. La madre lloraba desconsolada mientras el padre la sujetaba intentando ocultar sus lágrimas. R era hijo único y no había ningún hermano que ocupara el banco. Mientras alguien decía unas palabras, pensé que aquel es el único sitio donde no te importa sentarte en el último lugar. Cuando más adelante estas sentado más jodido te encuentras, y creo que R estuvo la mayor parte de su vida jodido. Una vez, debíamos tener 11 años y los dos coincidimos en la fuente del patio del colegio. Estuvimos hablando unos minutos sobre una serie de televisión y fue entonces cuando comprobé que R nunca te miraba a los ojos. Era terriblemente tímido y si tenías suerte, podías llegar a tener con él la conversación más interesente del mundo. Pero jamás conseguirías que te mirara a los ojos. A partir de ese día observé diariamente sus gestos y comprobé que incluso al pasar lista, su respuesta "presente" no le hacía dejar de tener la mirada baja. Un día me lo encontré subiendo hacia el colegio y se lo pregunté: ¿Por qué siempre tienes la mirada baja?, ¿Por qué no miras nunca a nadie a los ojos?. R tardó unos segundos en contestar y su timidez inicial soltó una respuesta que sigo recordando perfectamente: -Porqué cuando miro al cielo...empieza a llover-. Recuerdo que me reí de inmediato y le expliqué que aquello era una tontería, que podía mirar el cielo sin ningún tipo de miedo porqué él no era el responsable de la lluvia. R insistió y me contó que un día de fuerte tormenta, su padre le había dicho que era tan inútil que hasta el cielo se avergonzaba de él cada vez que le miraba. Insistí en el tema y obligué a R a mirar el cielo varias veces pero seguía negándose, así que cogí su cabeza y la incliné hacia arriba. Pocas veces he visto una sonrisa más autentica que la de R cuando ese día miró hacia el cielo y comprobó que no empezaba a llover. Cuando comprobó que él no tenía la culpa de los días grises ni de las tormentas. Cuando comprobó que su padre se había equivocado. Entonces no se lo dije pero si ahora R estuviera vivo le contaría que su padre era un miserable idiota que le despreciaba a él porqué en realidad se despreciaba a él mismo. Que no confiaba en él porqué en realidad no confiaba en nadie. Que no le quería porqué la increíble verdad es que ni siquiera él se quería. Cuando sacaron el ataúd de la sala miré a su padre y esta vez fue él el que tenía la cabeza baja. Tenía miedo de haberlo hecho mal. Tenía miedo de hacer llover el cielo.

23 de septiembre de 2006

Yo le di una paliza a Daniel Brühl

Agosto 2005. Se rueda en Barcelona (Plaza Universidad) una de las escenas del film Salvador dirigida por Manuel Huerga. Me han escogido para dar vida a uno de los terribles grises que darán palos a Daniel Brühl (Salvador Puig Antich) y los demás anarquistas. Tras muchas horas de espera, nos meten a todos los caracterizados grises en un furgón policial. Delante nuestro tenemos a cientos de figurantes manifestándose. Nos gritan, nos insultan. Alguine dice:-Acción!- y salimos del furgón para formar frente a los anarquistas. Lo repetimos varias veces. Después llegan las hostias. Salimos corriendo y simulamos darle una paliza a varios de los especialistas que encajarán los golpes. Tras unas cuantas tomas, parece que hay un buen resultado. Nos quitamos los uniformes y nos marchamos a casa. Son las 7 de la mañana. Un año después, el film se estrena con gran acogida y observo como nuestra escena ha sido acompañada del tema In-A-Gadda-Da-Vida del grupo Iron Butterfly.

22 de septiembre de 2006

Diseño: Cartel "Jornada continuada"

Primavera 2006. Mi colega y maestro Pepe Navarro me da el encargo. Un cartel para la campaña de "Jornada continuada" que propone el sindicato Anpe Catalunya. Mi cartel provoca la polémica y hay división de opiniones. Unos lo califican de "hermoso" y "llamativo", y el otro sector lo asocia a la españa franquista (!!). El cartel parte como base de una magnifica fotografía del gran Robert Doisneau, afamadao fotografo francés. La foto se titula "Chico bueno en el patio del colegio", y capta a la perfección aquellos momentos de angustia que algunos hemos sufrido en el patio de un centro. Pero a pesar de los los intentos, el cartel es retirado. Hago una segunda versión del cartel con aires más juveniles (y tópicos) que retraten a jovenes modernos. Tampoco cuaja. Luego me entero de los chanchullos que se establecen para que sea otro cartel (absurdo e infantil) el que ocupe el puesto de oficial. De todas formas, fue divertido el periodo de creación y rectificación de este cartel. Gràcias a Pepe Navarro por su confianza, y a Robert Doisneau, por un trabajo que nos sigue iluminando cada vez que contemplamos una de sus fotografías.

Nits d'art and sound

Julio 2006. Desde el "Patronat de Cultura" de Sant Boi de LLobregat me pidieron un flyer en menos de 24 horas. Ok-les dije, -¿De que se trata?. El nuevo Centre D'ART quería promocionar unas actividades culturales que se desarrollarían en los jardines de la que antes fue la Biblioteca Can Castells. No tenían título para la actividad, así que entre cafés y dudas, el nuevo cap de Cultura Óscar Muñoz pensó en el título "Nits d'art and sound". La modelo para el flyer fue Laia Masó, excelente actriz y musa de mis últimos trabajos (cartel de la "2ªMostra de cinema Volpina" y actriz del cortometraje Efímero 87).

Diseño: Tributo al cineasta Todd Solondz

Todd Solondz es uno de mis cineastas favoritos y uno de los puntales del cine independiente "del mal rollo" en EEUU, juntamente con Larry Clark y Harmony Korine. Después de ver sus films, "Bienvenido a la casa de muñecas", "Happiness" y "Cosas que no se olvidan", estoy a la espera de que se estrene "Palindromos", y sobretodo, a la espera de que alguien se atreva a editar su primer film "Miedo, ansiedad y depresión". Con ese título la cosa promete. Este diseño es un pequeño tributo a un cineasta creativo,trangresor y valiente.